Marcela Zamora, una cineasta salvadoreña de origen nicaragüense que cuatro veces hizo y deshizo el trayecto que día a día recorren miles de centroamericanos con la esperanza de cruzar la frontera hacia el llamado sueño americano. Se trata de una angustiosa travesía por México de 5,000 kilómetros en la que las mujeres centroamericanas padecen todo tipo de abusos.
La mayoría de las personas que dejan Centroamérica para intentar llegar a EE UU son mujeres: de Guatemala, El Salvador y Honduras, según la Mesa Nacional para las Migraciones de Guatemala.
Historias que incluyen maltratos y violaciones, por esto las mujeres, antes de dejar sus países, toman sus precauciones: muchas se inyectan Depo-Provera, un compuesto anticonceptivo de una sola hormona llamada medroxiprogesterona que impide la liberación del óvulo durante tres meses con una eficacia hasta del 97%. Este medicamento es vendido libremente en las farmacias centroamericanas. Algunos expertos han llamado al Depo-Provera la «inyección anti-México».
Marcela Zamora cuenta que el uso de esta inyección es relativamente nuevo. En sus primeros viajes, Zamora vio que las mujeres llevaban condones, su única protección ante el abuso al que son sometidas por los llamados coyotes o polleros, las autoridades mexicanas o los bandidos que asaltan a estas mujeres y abundan en el recorrido.
Los preservativos son como amuletos a los que se aferran muchas centroamericanas. «Una mujer en la Casa del Migrante de Guatemala tenía en su bolsa como única pertenencia 12 preservativos«, cuenta Argan Aragón, un especialista en migración que ha hecho el recorrido de los migrantes y se está doctorando en Sociología en La Sorbona. «Cuando se le preguntó por qué los llevaba, respondió: ‘Es que yo sé a lo que voy’. Realmente saben a lo que van. Se estima que entre seis y ocho de cada 10 mujeres centroamericanas son violadas en su paso por México», asegura Aragón.
Conscientes de que no pueden evitar ser violadas, las migrantes centroamericanas deciden inyectarse Depo-Provera, así, al menos evitan quedar embarazadas producto de las violaciones. Aunque eso no las previene de enfermedades como el sida, advierte Zamora. La cineasta recuerda que en Chiapas, al sur de México, conoció la historia de un hombre que era el terror de las centroamericanas. Supuestamente portador del VIH, violaba a las mujeres impunemente. «Cometió los crímenes durante año y medio«, cuenta Zamora, hasta que las autoridades de México lo detuvieron.
Algunas ONG en América Latina, sin embargo, aseguran que se trata de una droga peligrosa, por posibles daños en los huesos y problemas hormonales, y que ha sido introducida en la región por los países ricos como método de esterilización masiva, para evitar el crecimiento de la población de las naciones pobres.