El pasado 6 de febrero se conmemoró el día internacional de tolerancia cero contra la mutilación genital femenina. Esta práctica constituye una forma extrema de violencia contra las mujeres y una violación a los Derechos Humanos de las niñas, por lo que se ha reconocido como un problema global.
La mutilación genital femenina representa una de las prácticas tradicionales más violentas hacia las mujeres. No solo constituye una expresión de violencia física, sino una grave violación a los derechos sexuales y humanos de las mujeres.
Las estimaciones de su alcance han ido creciendo últimamente. Se calcula que hay 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo que han sufrido una mutilación de sus genitales. De acuerdo a datos de Naciones Unidas 3 millones de niñas al año sufren ablación en todo el mundo. Así, para los próximos 10 años 30 millones de niñas corren el riesgo de ser víctimas de esta práctica de mutilación del aparato genital femenino.
La mutilación genital femenina tiene repercusiones físicas para toda la vida
La mutilación genital femenina consiste en la extirpación total o parcial de los genitales femeninos y provoca lesiones físicas que permanecen de por vida, como problemas en la menstruación, problemas de esterilidad y en el parto, hemorragias o infecciones. Adicionalmente, las condiciones en las que se realiza la mutilación en la mayoría de los casos distan mucho de ser higiénicas y salubres, por lo que es muy común la transmisión de enfermedades infeccionesas como el tétanos, el SIDA o la hepatitis.
Por otro lado se encuentran las repercusiones psicológicas que tiene la mutilación femenina, el trauma que se genera para las menores es muy fuerte y dura toda la vida, provocando sentimientos de rechazo a su sexualidad, al placer y al propio cuerpo.

Esta práctica normalmente se lleva a cabo en la infancia o adolescencia de las mujeres y normalmente se produce por tradiciones muy arraigadas y por la presión social dentro de las comunidades, pues existe un gran estigma social que recae sobre las niñas que no son sometidas a esta práctica. Es tal la importancia cultural de la mutilación genital femenina que incluso en países donde la ley la prohíbe se continúa realizando en secreto.
Crece el rechazo social a la mutilación genital femenina
Afortunadamente las campañas sociales con pertinencia cultural han comenzado a tener éxito entre la población local. Según lo documentado por UNICEF, la práctica de la ablación genital se concentra en zonas localizadas de África, Oriente Medio, Asia y América Latina, en total en unos 30 países. Sin embargo, en la mayoría de estos lugares comienza a identificarse un rechazo social a esta práctica.
El rechazo social a la mutilación genital femenina ha aumentado en los últimos años. De acuerdo con los datos del organismo, entre los países que la siguen practicando un 67% de las mujeres y un 63% de los hombres piensan que se debe eliminar. En países como Senegal, Camerún o Costa de Marfil el rechazo supera el 80%. El apoyo de las comunidades para terminar con esta forma de violencia hacia niñas y mujeres es muy importante, pues entre más extendida está es mayor la condena y el acoso que puede sufrir quien decide apartarse de la norma.
El apoyo de activistas locales y extranjeros ha sido muy importante para disminuir la permanencia de esta práctica. De acuerdo a UNICEF su alcance ha caído casi un 25% desde 2000 a nivel mundial y, en los últimos 10 años, alrededor de 18.000 comunidades han rechazado públicamente esta práctica.
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030 incluyen la erradicación por completo de esta práctica. Esta es una tarea que implica acciones globales en las que se incorporen políticas públicas, cambios en las legislaciones y sobre todo cambios culturales si en realidad se desea que la mutilación genital femenina sea parte del pasado.