¿Por qué la ley confía en una adolescente para procrear, criar o dar en adopción a su bebé sin el consentimiento de sus progenitores pero sin embargo no le concede el derecho al aborto?

La reflexión sobre esta paradoja, creada por la periodista y escritora Jessica Valenti, nombrada una de las 100 mujeres más influyentes por sus libros sobre igualdad sexista, los cuales han sido aplaudidos por la crítica mundial. Nos enseña una perspectiva lógica sobre la falta de derechos reproductivos en adolescentes. Una capacidad que se ve cada vez más y más mermada por las restricciones legislativas y la sobreprotección parental.
O dicho de otra manera, es irracional e ilógico esperar que una adolescente críe a un bebé, dé a luz o ponga a una criatura en adopción, sin darle la oportunidad de considerar su derecho al aborto. La voluntad de los padres y las madres de tomar partido en las decisiones importantes de las vidas de sus hij@s es comprensible, pero la sobreprotección parental no debería predominar sobre el derecho de una persona a decidir sobre su propio cuerpo y su propio futuro.
No es una coincidencia que aquellos estados norteamericanos que no promueven la educación sexual sean los que registran mayores tasas de embarazo adolescente y por tanto, mayores tasas de abortos inseguros y/o clandestinos.
Además, la escritora señala que el problema de los embarazos no deseados en la población adolescente es en parte, responsabilidad de los padres y madres en tanto que los controles de natalidad no son lo suficientemente accesibles y económicos para la gente joven, y les enseñamos ideas ridículas y falsas sobre el sexo.
Contar con un proceso ágil, privado y fácil de manejar es vital para las jóvenes asustadas y vulnerables que tienen que afrontar un embarazo. Esto se hace más evidente cuando las adolescentes tardan en darse cuenta del embarazo y, si están en contra de los abortos tardíos, más arriesgados, caros y donde los estados ponen más trabas, necesitan recibir un servicio adecuado cuanto antes.
El derecho al aborto está lleno de trabas
A veces, la adolescente ha sido víctima de una violación, otras, es incluso el padre o tutor legal quien ha embarazado a la menor en cuestión.
Esto convierte la experiencia del embarazo no deseado en un horror inhumano que la joven sufre innecesariamente, es decir, que al menos las barreras económicas y legales se pueden evitar.
Está claro que si presuponemos que las jóvenes son lo suficientemente maduras para procrear, lo suficientemente responsables para sacar a un bebé adelante, y lo suficientemente sensatas para tomar la decisión de dar a su hijo en adopción sin el control parental o judicial (excepto en los cinco estados donde los padres deben implicarse legalmente en ese proceso), deberían tener el derecho al aborto, y sobre todo, a decidir si someterse a una intervención médica de 10 minutos.