El caso de La Manada reabrió en España y el resto del mundo, el debate de las agresiones sexuales, la cultura machista y la poca seguridad de la que gozan las mujeres. En México existe un enorme problema de violencia hacia la mujer, la cual se representa de muchas formas.
Si has estado siguiendo las noticias en las últimas semanas, seguramente escuchaste algo del indignante caso de “La Manada”, un grupo de jóvenes españoles acusados de haber violado de forma grupal a una chica de 18 años en las fiestas de San Fermín de 2016, un escenario marcado ya desde hace muchos años por las agresiones sexuales.
Pero, aunque lamentablemente sucesos como este se dan todo el tiempo y en todo el mundo, el proceso de La Manada ganó fuerza mediática no solo por la vileza de los actos que cometieron contra la joven, sino también por la ligereza de la sentencia.
¿Cómo sucedió la agresión?
La joven estudiante madrileña estaba rodeada por los agresores, le quitaron el sostén y los pantalones, la forzaron a realizar sexo oral mientras la tomaban de la cadera y la jalaban del cabello. Uno la penetró analmente y otro vaginalmente, todo esto mientras los jóvenes le hacían videos con sus celulares.
La Audiencia de Navarra condenó a Ángel Boza, Alfonso Cabezuelo (militar), Jesús Escudero, Antonio Manuel Guerrero (guardia civil) y José Ángel Prenda, todos entre los 24 y 29 años de edad, a 9 años de cárcel por abuso sexual continuado. Los jueces consideraron que como la joven nunca dijo “no”, “basta” o se resistiera a la agresión de estos cinco delincuentes entonces no hubo violación, ya que en este caso no hubo violencia física comprobable que doblegara la voluntad de la víctima.
Las protestas, marchas y movilizaciones no se hicieron esperar. Organizaciones civiles, colectivos feministas, psicólogos, psiquiatras, miembros de partidos políticos y ciudadanos inundaron las principales ciudades españolas rechazando tajantemente la sentencia, juzgando el sistema judicial y expresando solidaridad hacia la víctima de la agresión en Pamplona.

En México, la violencia sexual es igual de común
Desafortunadamente este tipo de situaciones no solo ocurren en España. En nuestro país, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 43.9% de las mujeres que tienen una relación de pareja –matrimonio, unión libre o noviazgo– ha sufrido agresiones de esa persona, mientras que 53.1% de las mujeres sufrió violencia por parte de algún agresor distinto a la pareja, ya sea en el trabajo, la escuela, algún lugar público, ya sea por compañeros de la escuela o del trabajo, maestros, autoridades o patrones, familiares, conocidos, o extraños en diferentes espacios.
Los datos anteriores nos hablan de la grave crisis de seguridad que vive el sexo femenino. Tan solo en 2017, además de las agresiones previamente mencionadas, se reportaron más de 1,844 mujeres asesinadas en territorio nacional y los primeros meses del año pasado desaparecieron más de 3 mil. Además de eso, la violencia sexual también se ha agudizado: durante el primer semestre de 2017 se denunciaron 16,631 delitos sexuales, de los cuales 6,444 fueron casos de violación.

Asimismo, las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) demuestran que las denuncias por otros delitos sexuales, es decir, aparte de la violación, también han aumentado. El abuso, acoso y hostigamiento sexual, pederastia y pornografía infantil se incrementaron en 12% entre 2015 y 2017.
Laura Magro, nuestra psicóloga experta de este portal web subraya la necesidad de que las mujeres reciban asistencia psicológica luego de haber pasado por un evento traumático. Una violación o cualquier otra forma de agresión sexual puede tener diferentes efectos en cada mujer, pero todas las víctimas requieren de apoyo, comprensión y preservación de su dignidad. La ayuda psicológica en momentos tempranos puede ser fundamental para impedir que se cronifiquen síntomas comunes en estas víctimas como los siguientes:
- Recuerdos, vivencias o imágenes desagradables relacionados con la agresión.
- Pesadillas relacionadas con la experiencia traumática.
- Tener la sensación de estar viviendo de nuevo la situación a través de flashbacks.
- Evitación de situaciones, lugares, objetos que recuerdan al suceso.
- Síntomas físicos relacionados con la ansiedad cuando la persona se expone a elementos que le recuerdan al suceso.
- Alteraciones emocionales y físicas como trastornos del sueño, problemas de concentración, pérdida de apetito, depresión, apatía, etc.
Lo más preocupante, quizá, es el que gran parte de los casos no se denuncian o se denuncian pero no se registran. De acuerdo con el INEGI, esto sucede en el 94.1% de las veces. Es de suma importancia que las víctimas acudan a las autoridades a levantar su denuncia por cualquier delito sexual que hayan sufrido para así poder acabar con la impunidad alrededor de estos crímenes, además de que se les brinde asesoría legal.
En caso de que una mujer resulte embarazada fruto de una violación, ella se encuentra en pleno derecho de realizarse un aborto. Debido a que cada estado de la República Mexicana tiene su propia legislación sobre la interrupción del embarazo, la Ciudad de México es la metrópoli donde se puede realizar más fácilmente hasta las 12 primeras semanas de gestación.
El acoso como precedente de la violencia sexual
El año pasado, el surgimiento de movimientos como #MeToo y #TimesUp dejaron claro que el acoso sexual desafortunadamente está en todos lados y que las mujeres viven con él como una parte más de su vida cotidiana, en especial en los lugares públicos.
En América Latina y en especial en México las mujeres nos enfrentamos a desafíos en términos de hostigamiento y abuso, los cuales siempre han estado normalizados en nuestra cultura, incluso tolerados. Esto propicia que el acoso no se tome en serio, se minimice, se culpe a la víctima y si es que se llega a observar, pocas personas intervienen.
Datos del INEGI afirman que entre octubre 2015 y octubre 2016, 10.8 millones de mujeres mexicanas fueron sometidas a algún tipo de intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual, que van desde señalamientos obscenos, que las hayan seguido en la calle para intimidarlas sexualmente, que les hayan hecho propuestas de tipo sexual o bien que directamente las hayan manoseado sin su consentimiento o hasta que las hayan violado.
Un estudio de ONU Mujeres y el Colegio de México en la capital mexicana destaca que la mayoría de mujeres participantes del grupo de enfoque habían experimentado alguna forma de violencia sexual en sus desplazamientos diarios. Tres cuartas partes de las mujeres que viajan diariamente en la ciudad usan el transporte público, dependiendo de este más que los hombres, y haciendo muchos más viajes al día para armonizar diferentes actividades. Ni siquiera los esfuerzos del gobierno de la Ciudad de México como los vagones del Metro exclusivos para mujeres, los camiones Atenea (que únicamente dan servicio al sexo femenino) y la implementación de programas como «Ciudad Segura» han logrado disminuir el acoso, el cual se convierte en una violación cuando es llevado a su consecuencia extrema.
Desafortunadamente, el acoso sexual es una problemática que ya llegó a las escuelas también. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (ENDIREH), de las mujeres que asisten a la escuela, 25.3% enfrentaron violencia por parte de compañeros, compañeras y maestros, entre otros, durante su vida de estudiantes. Las más frecuentes fueron las agresiones físicas (16.7%) y sexuales (10.9%). Asimismo, 20.1% de las mujeres que estudiaba el bachillerato o preparatoria en el año 2016 fue víctima de violencia, particularmente de tipo sexual (12 de cada 100 mujeres preparatorianas sufrió abuso, acoso, hostigamiento o intimidación sexual).
La gravedad de esta situación nos llevo a crear la guía «Acoso sexual en el ámbito educativo», la cual busca convertirse en una herramienta para profesores, padres y madres de familia y otros integrantes de la comunidad educativa para poder reconocer el acoso y las implicaciones que éste tiene en la vida de niñas, niños y adolescentes.