El acoso sexual es una práctica de violencia que está presente en casi todos los ámbitos de nuestra vida. Sin embargo, la calle es uno de los espacios en los que más se produce y normalmente queda en la impunidad. El acoso sexual en espacios públicos, es un problema social y por tanto público que se tiene que erradicar para que todas las personas se sientan seguras en las ciudades.
¿Qué es el acoso sexual es espacios públicos?
El acoso sexual en espacios públicos incluye prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle, universidades, el transporte, etcétera. Incluye un amplio rango de conductas que van desde miradas, los mal llamados piropos, hasta tocamientos u otras más agresivas. Estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa, normalmente, no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona agredida. El acoso sexual constituye una práctica de violencia sexual.
Aunque el acoso puede ejercerse contra cualquier persona, el acoso sexual en el espacio público, suele ser sufrido de manera sistemática por mujeres. Es una práctica muy recurrente que se ejerce en el espacio público valiéndose de la impunidad y la permisibilidad social.
El acoso sexual en espacios públicos no es un tema menor, es un problema público
En todo el mundo, entre el 50 y el 100 por ciento de las mujeres y niñas sufren acoso sexual y otras formas de violencia sexual en los espacios públicos, incluyendo las calles, la escuela, lugares de trabajo, parques y espacios abiertos, entre otros. Se trata de una de las formas de violencia contra las mujeres más frecuentes que existen.
De las víctimas de delitos sexuales en México, 72% son mujeres y 28% hombres. Más de la mitad de las agresiones registradas por la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED), 51.9%, ocurren en el espacio público. Según la encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, tan solo en la Ciudad de México el 77 por ciento de las mujeres se sienten inseguras de vivir y/o transitar en la dicha Ciudad.
Desafortunadamente, no es sorpresa que en muchos contextos, la insistencia de los movimientos feministas por visibilizar el acoso sexual en el espacio público, sea vista como una exageración. De igual forma, las insuficientes políticas públicas para proporcionar espacios seguros, como la separación de vagones en el metro, suelen ser criticados como acciones injustas e innecesarias.
Es indignante que eso sea así, cuando estadísticas sobre la violencia que sufren las mujeres en la Ciudad de México reflejan que entre 2013 y 2015, 55.4 por ciento de los feminicidios fueron en la vía pública. Además, la ciudad tiene el porcentaje más alto de mujeres violentadas con frases ofensivas de carácter sexual y con tocamientos o manoseos.

¿Qué hacer para frenar el acoso sexual en espacios públicos?
Es importante considerar que estas cifras no revelan la verdadera naturaleza del problema, pues se refieren tan solo a los delitos denunciados, cuando en la mayoría de los casos el acoso sexual en el espacio público no es denunciado porque las propias autoridades desalientan a las víctimas y por la naturalización que existe en torno al acoso callejero.
Al ser un problema público, el gobierno debe intervenir a través de políticas públicas y modificaciones al marco normativo para garantizar el respeto a los derechos de las mujeres en todos los espacios. Para comenzar, es importante conocer las verdaderas dimensiones de esta problemática. La violencia sexual contra las mujeres, normalmente es naturalizada, sus causas son invisibilizadas y muchas veces no las reconocen ni las mujeres que la sufren.
Esta normalización provoca la permisibilidad que existe hacia el acoso en los espacios públicos. De acuerdo al Diagnóstico sobre la violencia contra las mujeres y niñas en el transporte y el espacio público de la Ciudad de México publicado por ONU Mujeres; la sociedad tolera actos como miradas lascivas, chiflidos o comentarios no solicitados pues se cree que éstos no dañan a las personas que las padecen, pero estas agresiones son la manifestación cotidiana de la discriminación y violencia de género y ayudan a conformar entornos propicios para la ocurrencia de formas más graves de violencia.
Es tal el grado de permisibilidad, que únicamente 16 estados en el país consideran entre sus códigos penales penas para el acoso sexual. Normalmente las penas son económicas y no buscan resarcir el daño ocasionado a la víctima, quien normalmente se encuentra revictimizada en el proceso penal. ¿Será que hay que buscar otras alternativas?
Sin duda para la erradicación de la violencia contra las mujeres no se puede tomar sus expresiones de forma aislada. Es necesario comprender la violencia de género como un problema multifactorial y con causas estructurales. El estado mexicano y la sociedad civil debe caminar hacia un abordaje integral para la prevención, atención y erradicación de la violencia de género.